domingo, 3 de junio de 2012

¿COMO SALIMOS DE ESTA?

Me había propuesto no escribir nada hasta que se viesen las cosas más claras, pero las circunstancias que estamos sufriendo nos colocan en una situación crítica. Con la prima de riesgo disparada, el paro creciendo de forma ininterrumpida y las dudas sobre nuestro sistema financiero y fiscal en todos los mercados, urge establecer un plan de actuación que nos permita afrontar el futuro de nuestro sistema económico y social de forma sostenible.

Según algunos medios económicos, Alemania está presionando a España para que acuda al fondo de rescate. La presunta es ¿por qué? La respuesta es sencilla: los bancos alemanes se están jugando una cantidad importante de dinero, en concreto (según algunas fuentes) en torno a 250.000 millones de euros que prestaron a las entidades españolas para financiar la burbuja. Y es una cantidad tan importante que quieren asegurarse el cobro aunque para ello tengan que poner en peligro el propio sistema europeo; y de ahí también la postura del Presidente del Banco Central Europeo, tan reticente a aplicar medidas de alivio, que no solución, a la deuda española. Quieren obligarnos a hacer algo que sólo beneficiaría a algunos, los de siempre. Y de ahí los mensajes y las opiniones que nos están bombardeando constantemente.

Nuestro problema pre-crisis y, en consecuencia, nuestro principal desequilibrio se encuentra en la evolución de nuestro sector exterior, con continuos déficits con nuestros principales socios, especialmente Alemania, que con la ayuda de todos los europeos aplicó una política deflacionista durante años dentro del euro para ganar cuota de mercado e inundar al resto de países con sus productos. Como principal proveedor del resto de países, especialmente los del sur, acumuló grandes superávits que fueron financiados por sus bancos gracias a los bajos tipos de interés aplicados por el BCE. Y esas deudas tenemos que devolverlas. Pero con la crisis de balance que tenemos en este momento, y desde hace cuatro años, manifestada en una recesión interminable y con nuestro principal desequilibrio actual centrado en el mercado de trabajo, las posibilidades de pago de las deudas del sector privado disminuyen considerablemente. Con el paro en los niveles actuales parece poco probable que los ciudadanos puedan devolver todo el dinero que deben a sus bancos y, en consecuencia, que éstos puedan devolver ese dinero a sus acreedores, es decir, los bancos alemanes básicamente. La solución aportada hasta el momento ha sido ir transformando deuda privada en deuda pública vía inyecciones de liquidez, avales de préstamos, rescates bancarios etc. Pero el paro incrementa también las dudas sobre la sostenibilidad de la deuda pública y, en consecuencia, del pago de las deudas con los bancos alemanes. De ahí que ahora estén buscando un nuevo avalista, en este caso el resto de los países europeos, para asegurarse el pago de sus deudas.

Por lo tanto, la solución no puede ser exclusivamente la austeridad tal y como nos lo están vendiendo. La solución debe ser global, que afecte, por un lado, la austeridad para asegurarse la sostenibilidad del sistema fiscal, pero por otro lado, si no hay incremento del empleo y se produce una disminución sustancial del desempleo, no se podrán pagar las deudas hagamos lo que hagamos. Es materialmente imposible sin crecimiento pagar las deudas a ningún plazo. Por lo tanto, hay que combinar los dos factores. Y en eso nuestros acreedores no están siendo muy acertados. Pondré un ejemplo. Si le debo al banco 150.000 euros a 30 años por mi hipoteca, con unos ingresos de 1.200 euros mensuales puedo hacer frente a mis obligaciones. Si suben los tipos de interés podré reducir mis gastos y así compensar el incremento. Pero si mis ingresos disminuyen, pongamos un 30%, no podré pagar por muchos recortes que haga. Pues esa es la situación, por lo que centrar la solución a nuestros problemas en la austeridad es condenarnos a un sistema fallido a medio plazo.

Hay que buscar una solución. Y esa se llama devaluación. Cuando hablé de la posibilidad de salir del euro, la principal ventaja era la posibilidad de devaluar la moneda hasta el límite que nos interesara de forma que recuperáramos la competitividad de forma inmediata, con lo que nuestras exportaciones crecerían de forma inmediata y nuestra economía crecería. Pero los costes son muy elevados y, sobre todo, las ventajas de nuestros competidores globales (es decir, del dólar) muy grandes como para planteárselo.

Como salir del euro no es una solución admisible, hay que devaluar de otra manera. Nuestro tipo de cambio real es una relación del tipo de cambio nominal y de la relación de precios. Como no podemos disminuir, con respecto a nuestros socios europeos, el tipo de cambio nominal, tendremos que cambiar la relación de los precios, es decir, o bajar nuestros precios o subir los de nuestros socios. Y esa es la política que se está llevando a cabo. A eso le llamamos devaluación interna. Y hay tres cosas que se pueden hacer, y también las he reclamado repetidas veces desde este blog.

La primera, la única que estamos poniendo en marcha, es la disminución de nuestros precios. La política de austeridad, el ajuste en nuestro mercado de trabajo con la disminución tan rápida y dramática de nuestro nivel de empleo, han permitido un ajuste de nuestros precios que han nivelado la nuestras relaciones comerciales con los europeos Pero no es suficiente. Eso no nos permitirá salir de la crisis ni, mucho menos, saldar nuestras deudas. Y eso preocupa a nuestros acreedores.

La segunda: que nuestros acreedores incrementen sus precios. De ahí los llamamientos a un incremento de los salarios en Alemania de las últimas semanas. Si los países centrales del euro subieran sus precios de forma razonable (propuse en varias ocasiones un límite del 4%) nuestro tipo de cambio mejoraría y nuestras exportaciones crecerían y con ello también nuestra renta y mejoraría nuestro empleo. Propuse una política fiscal expansiva, junto con una política monetaria expansiva, que también mejoraría nuestras relaciones con los países no euro y nuestro saldo comercial. De ahí también la preocupación del presidente Obama, que está viendo como se aprecia el dólar, lo que le está provocando problemas de competitividad de las empresas americanas. Pero la depreciación del euro se está produciendo por la inestabilidad del euro, no por las políticas puestas en marcha. Si el BCE hiciera una política más activa, con tipos de interés próximos a 0, la depreciación sería mayor y la solución más rápida. Por lo tanto, hay que combinar políticas expansivas en los países de centro europa y políticas monetarias expansivas que deprecien la moneda.

Nos queda una tercera vía. La podemos llamar devaluación fiscal: disminuciones de los costes del empleo (las cotizaciones a la seguridad social) combinada con una subida de los impuestos que afectan a los precios, no a las rentas, es decir, los impuestos indirectos. Con ello nuestros precios bajarían, se mantendrían nuestros ingresos fiscales y los ciudadanos tendrían un impacto menor sobre el crecimiento, dado que la reducción de consumo que se produjera, si se llegara a producir, sería temporal y se compensaría rápidamente con la reducción de los precios al reducirse los costes de las empresas. Y, como el IVA no afecta a nuestros precios exteriores, conseguiríamos el objetivo de devaluación interna de nuestra economía, mejorando nuestra posición exterior, ganado mercados y vendiendo más al exterior. Pero no sirve cualquier impuesto, debe ser el IVA el que se implique, dado que sería el único que no afectaría al precio de venta exterior. Cualquier otro implicaría únicamente incremento de la recaudación.

Aplicando estas tres formas de devaluación mejoraríamos nuestra posición exterior y crecería nuestra renta, incrementaría el empleo y las deudas podrían pagarse solucionando nuestros problemas actuales. Si a esto añadimos alguna medida interna, como por ejemplo una moratoria temporal de nuestras hipotecas, se podría incrementar nuestra economía de forma considerable.

@juanignaciodeju

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